Declaración de posicionamientos y buenas prácticas en el ejercicio profesional de la logopedia
Adenda. Calidad y seguridad en la práctica logopédica
Descarga el capítuloBuenas prácticas y protocolos interdisciplinarios
La seguridad del paciente y la calidad de la intervención logopédica no dependen únicamente de la acción individual del profesional. En muchos contextos, especialmente en casos complejos, la práctica interdisciplinaria es una condición imprescindible para garantizar una atención integral y coherente. Los equipos multidisciplinares, cuando están bien organizados, ayudan a reducir riesgos, optimizar recursos y ofrecer una respuesta ajustada a las necesidades globales de la persona atendida.
Importancia de la coordinación
Los logopedas trabajan a menudo con fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, psicólogos, médicos especialistas (otorrinolaringólogos, neurólogos, pediatras) y personal docente. Esta red de profesionales permite abordar los casos desde una visión holística y compartir información relevante sin duplicar pruebas ni generar contradicciones en las pautas.
Protocolos de derivación y circuitos claros
Una buena práctica es disponer de protocolos claros de derivación entre disciplinas. Cuando el logopeda detecta señales de alarma fuera de su ámbito competencial, debe derivar al paciente rápidamente al profesional correspondiente.
Los centros y las consultas deberían tener circuitos definidos para estas derivaciones, con registros de comunicación, consentimiento de la familia y un seguimiento posterior para garantizar que el paciente recibe la atención adecuada. Además, la derivación debe hacerse de forma respetuosa y coordinada para no generar angustia innecesaria en la persona atendida ni su familia.
Espacios comunes de trabajo
Los equipos interdisciplinarios funcionan mejor cuando disponen de espacios formales e informales para compartir información. Las reuniones de equipo, las sesiones de casos clínicos compartidos y las formaciones conjuntas son prácticas muy recomendadas. Dichos espacios facilitan actualizar criterios, compartir avances en la evidencia científica y ajustar protocolos cuando se identifican nuevas necesidades o riesgos.
Implicación de la familia
La familia es un agente clave dentro del proceso. Implicarla de forma activa refuerza la seguridad, ya que la mayor parte de las estrategias de intervención se mantienen y se consolidan en casa. Proporcionar información clara, entregar pautas escritas y asegurarse de que los cuidadores entienden las recomendaciones y reciben la formación necesaria son pasos esenciales para prevenir riesgos y mejorar la adherencia al tratamiento.
En algunos casos, hay que formar directamente a la familia en el uso seguro de herramientas de comunicación aumentativa o en la preparación de alimentos seguros para personas con disfagia. Esta formación reduce incidentes, refuerza la confianza y convierte a la familia en parte activa del equipo.
Formación y mejora continua
Por último, una buena práctica transversal es la formación continua compartida. Participar en talleres conjuntos, jornadas interdisciplinarias o cursos de formación en seguridad clínica ayuda a unificar criterios y establecer un lenguaje común entre disciplinas.