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Declaración de posicionamientos y buenas prácticas en el ejercicio profesional de la logopedia

12. Apraxia del habla

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El logopeda es el profesional sanitario experto en el diagnóstico diferencial, el tratamiento y el seguimiento de la apraxia del habla. Debe contar con formación especializada en control motor, codificación fonológica y estrategias terapéuticas adaptadas, incluida la comunicación aumentativa y alternativa.

El CLC promueve la investigación para conocer la prevalencia de la apraxia del habla en nuestro territorio, desarrollar instrumentos de evaluación e intervención en catalán, y elaborar conjuntos básicos de categorías CIF para evaluar su impacto funcional y en la calidad de vida.

El CLC defiende un abordaje interdisciplinario que incluya a médicos neurólogos, fisioterapeutas y otros especialistas, según el caso, con la participación activa de la familia y el uso de tecnologías de apoyo adecuadas para garantizar la mejor atención integral.

Signos clínicos

Los rasgos destacados de la apraxia del habla que han obtenido un amplio consenso para el diagnóstico diferencial son:

  • Distorsiones del fonema y sustituciones o adiciones distorsionadas.
  • Errores inconsistentes.
  • Reducción de sílabas.
  • Errores en la secuencia de movimientos.
  • Reducción del ritmo de habla general.
  • Segregación de la sílaba con duraciones intra- e intersegmentales amplias y fluidez interrumpida con intentos de autocorrección.
  • Dificultad para iniciar secuencias articulatorias que puede ir acompañada de comportamientos audibles o silenciosos que marcan falsos inicios y reinicios.
  • Movimientos iniciales de búsqueda o de tentativa de los órganos articulatorios, que conllevan un exceso de gesticulación y un esfuerzo aumentado para articular.
  • Alteración de la prosodia a consecuencia de la dificultad para imponer un ritmo natural en el habla, variar la entonación, mantener la duración adecuada de los sonidos y proporcionar el énfasis necesario para determinar el acento léxico y de las frases.

 

Las características anteriores responden a déficits en la planificación y programación de movimientos para el habla y pueden aumentar ante palabras con una mayor longitud de sílaba y complejidad motora. La evolución de la apraxia del habla depende del diagnóstico específico y del tiempo transcurrido desde la aparición inicial. En algunos casos puede mejorar, mantenerse estable o empeorar. En casos graves, inicialmente la persona no puede hablar.

En el contexto del neurodesarrollo, muchos de estos signos pueden considerarse parte del perfil clínico general, en lugar de manifestaciones aisladas. También pueden darse problemas sensoriales y motores que se producen conjuntamente. Estos incluyen:

  • Retrasos en el desarrollo motor grueso y fino.
  • Apraxia oral.
  • Apraxia de las extremidades.
  • Dificultades de alimentación.
  • Percepción orosensorial anormal (hiper- o hiposensibilidad en la zona oral).

 

Aunque en algunos casos la apraxia del habla puede ser el signo principal, es frecuente que se presente junto con otros trastornos neurocognitivos y lingüísticos, como la apraxia límbica o de extremidades y la afasia. Por este motivo, otros sistemas de comunicación, como el uso de gestos con significado, la escritura, el señalamiento, el dibujo o las respuestas de sí/no, también pueden estar alterados y no ser fiables funcionalmente.

Por su inconsistencia, el habla puede ser funcional en una situación controlada, pero se puede deteriorar notablemente en otros entornos.

Cuando la apraxia del habla se asocia a trastornos del neurodesarrollo, el impacto sobre el desarrollo lingüístico no se limita al componente fonológico. Este trastorno conlleva un riesgo elevado de dificultades en el lenguaje expresivo, el aprendizaje de la lectura y, en los casos más graves, también la comprensión del lenguaje. Este último efecto se debe principalmente a las restricciones en la capacidad de participar en intercambios comunicativos elaborados. Las limitaciones comunicativas pueden tener consecuencias significativas en el ámbito social, psicológico y educativo.

A veces, hay que diferenciar entre apraxia y disfluencia (tartamudez, disfemia), dado que puede haber alguna superposición en los síntomas. Además, de manera similar a los niños sin trastornos motores del habla, los niños sospechosos de tener apraxia infantil del habla pueden pasar por períodos de disfluencia. 

La apraxia del habla a menudo aparece en el contexto de otros trastornos neurogénicos de la comunicación como la disartria y la afasia o se presenta de manera similar. La apraxia del habla no implica debilidad muscular, parálisis, espasticidad o movimientos involuntarios típicamente asociados a la disartria o déficits de comprensión del lenguaje o de producción que caracterizan la afasia.

La apraxia del habla está marcada principalmente por déficits articulatorios y prosódicos, a diferencia de la disartria en que otros subsistemas del habla pueden verse afectados, como alteraciones de la resonancia, la fonación o la respiración. A diferencia de la apraxia del habla, la disartria generalmente no está influida por la automaticidad de la producción del habla, la modalidad del estímulo o las variables lingüísticas.

La apraxia del habla implica funciones corporales del habla, de la voz y del sistema respiratorio (b310, b320 y b450) así como funciones neuromusculoesqueléticas relacionadas con el movimiento (b740 y b765).