Declaración de posicionamientos y buenas prácticas en el ejercicio profesional de la logopedia
16. Trastornos de la alimentación pediátricos
Descarga el capítuloEl logopeda es el profesional sanitario competente para evaluar, diagnosticar, intervenir y llevar a cabo el mantenimiento de los trastornos de la alimentación pediátrica, especialmente cuando hay alteraciones de la deglución o del desarrollo de las habilidades alimentarias.
El CLC impulsa la investigación sobre la prevalencia, el impacto funcional, la evaluación y la intervención en los trastornos de la alimentación pediátrica, y promueve la creación de instrumentos adaptados al contexto lingüístico y cultural en catalán y castellano.
El CLC defiende un abordaje interdisciplinario y especializado, coordinado con profesionales de la medicina, la psicología, la nutrición y la logopedia, para garantizar una intervención integral basada en la evidencia.
Rol del logopeda
Los logopedas son los profesionales competentes para la realización de los tratamientos preventivos, diagnóstico clínico, rehabilitadores y de mantenimiento en ciertos trastornos de la alimentación, como el TAP y la deglución. En la Orden CIN/726/2009, donde se establecen los requisitos mínimos para la verificación de los títulos que habilitan para el ejercicio de la profesión de logopeda queda patente que los logopedas graduados conocen las bases anatomofisiológicas de la deglución, sus trastornos y las técnicas e instrumentos para su diagnóstico logopédico y las estrategias terapéuticas. Esta visión la comparten los documentos de perfil profesional, que declaran que la logopedia tiene como finalidad mejorar las calidades alteradas de la deglución. El logopeda también es el especialista en comunicación y lenguaje. Los niños con selectividad alimentaria desconocen una amplia gama de alimentos y tampoco saben expresar qué características o propiedades les resultan desagradables o les provocan temor. Esta atribución se desprende del artículo 7.2f de la LOPS, que afirma que los logopedas desarrollan las actividades de prevención, evaluación y tratamiento de los trastornos de la comunicación, mediante técnicas terapéuticas propias de su disciplina.
Tal como indica el Código deontológico profesional, los logopedas tienen que ejercer su profesión con competencia, por lo tanto, los profesionales que atienden a esta población deben estar adecuadamente formados para hacerlo. El abordaje de trastornos alimentarios que implican rechazo de alimentos o comportamientos altamente selectivos requiere una intervención de alta especialización por parte del logopeda. Esta intervención requiere competencias que, si bien se fundamentan en la formación del grado, es aconsejable que sean ampliadas mediante formación específica y continuada. Esta especialización abarca múltiples dimensiones: el conocimiento detallado de la función alimentaria, incluyendo la anatomía y fisiología implicadas en la deglución y el funcionamiento de las vías aéreas superiores e inferiores; la comprensión del desarrollo progresivo de las habilidades alimentarias, y la familiaridad con diferentes poblaciones y contextos clínicos, como la prematuridad, los trastornos neurológicos, las cardiopatías, las enfermedades respiratorias, las condiciones del espectro autista, las alteraciones gastrointestinales o las dificultades en el procesamiento sensorial. Asimismo, resulta recomendable el dominio de métodos alternativos de alimentación y un enfoque que contemple tanto los factores del desarrollo como las dimensiones culturales, emocionales y sociales que inciden en la conducta alimentaria del niño.
Siempre que sea posible, el logopeda debe aplicar técnicas y tratamientos respaldados por la evidencia científica con eficacia para el trastorno específico del paciente y debe ser responsable de actualizar sus conocimientos y fuentes de información. Asimismo, debe ser competente para discriminar los casos que responden a un perfil de trastorno por evitación o restricción de la ingesta de alimentos (TERIA), reconociendo los límites de su actuación profesional y promoviendo, cuando sea necesario, un abordaje interdisciplinar coordinado con profesionales de los ámbitos de psicología, nutrición y medicina.