6. Trastornos del Espectro Autista

De acuerdo con la CIF, hay que llevar a cabo una evaluación integral para identificar y describir:

• Deficiencias en la estructura y las funciones corporales, incluidas las relacionadas con el lenguaje.
• Limitaciones en la actividad y la participación social, incluyendo la comunicación funcional y las interacciones sociales, los roles sociales del individuo dentro de su comunidad y el impacto del lenguaje en su calidad de vida.
• Factores contextuales (ambientales y personales) que faciliten u obstaculicen el éxito de la comunicación y la participación en la vida social.

El diagnóstico de TEA —especialmente en los niños— debe revisarse periódicamente, ya que las categorías diagnósticas y las conclusiones pueden cambiar a medida que el niño se desarrolla y adquiere nuevas habilidades.

Si los miembros del equipo de diagnóstico identifican indicadores de riesgo, sea en el ámbito sanitario o educativo, se recomienda derivar a las familias a los servicios de atención precoz (CDIAP), incluso antes de tener un diagnóstico definitivo. En estos centros, se acompaña a la familia y se inicia una intervención temprana, ya que se ha demostrado que cuanto antes se inicia una intervención específica y especializada, a largo plazo, el pronóstico puede mejorar para muchos niños. Se destacan también beneficios de las intervenciones que fomentan la comunicación prelingüística en bebés con sospechas o antecedentes de autismo.

Sugerencias para la evaluación adaptada a las características de la persona:

• Minimizar las distracciones y las características sensoriales de la sala de pruebas.
• Utilizar soportes visuales y horarios para ayudar a anticipar y comprender la secuencia de pruebas.
• Colaborar con los padres o cuidadores y el logopeda, que conocen mejor los comportamientos, los intereses y las necesidades de la persona
• Utilizar la forma lingüística primaria/preferida de la persona (p. ej., lenguaje oral, lenguaje de signos, dispositivos de CAA o símbolos visuales).
• Aumentar la familiaridad de la persona con los procedimientos de evaluación antes de las pruebas —como historias sociales, un horario visual o practicar con una muñeca o peluche favorito.
• Permitir que la persona toque y explore el material de las pruebas para ayudar a superar la sensibilidad táctil y la ansiedad asociada.
• Incorporar flexibilidad a la situación de evaluación (p. ej., el orden de las pruebas, permitir el uso de utensilios sensoriales, adaptar las pruebas sin perder fiabilidad).
• Permitir respuestas diferentes de las establecidas en respuesta a los estímulos de prueba (p. ej., en lugar de señalar, colocar un objeto sobre el ítem de la respuesta).
• Conocer los intereses de la persona y qué la motiva (p. ej., comida, vídeos favoritos, juguetes, construcciones, materiales sensoriales) y utilizar estos intereses para favorecer el mantenimiento de la atención y la participación en la tarea.
• Considerar la necesidad de múltiples sesiones para obtener resultados completos.
• Reconocer los signos de malestar de la persona y detener las pruebas antes de que la situación se intensifique.
• Considerar estrategias específicas como la economía de fichas, pausa estructurada, secuencia estructurada, rincón de la calma, etc.