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Declaración de posicionamientos y buenas prácticas en el ejercicio profesional de la logopedia

17. Alteraciones de la fluidez del habla

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El logopeda es el profesional sanitario competente para valorar, diagnosticar e intervenir en las alteraciones de la fluidez del habla, y debe mantener una formación especializada y actualizada para abordar su naturaleza multifactorial desde un enfoque basado en la evidencia.

El CLC impulsa la investigación sobre la prevalencia, el impacto funcional, la evaluación y la intervención en las alteraciones de la fluidez, y promueve la creación de instrumentos adaptados al contexto lingüístico y cultural, especialmente en catalán y castellano.

El CLC defiende un abordaje interdisciplinario y centrado en la persona, liderado por el logopeda y en coordinación con psicólogos, pediatras, educadores y otros profesionales sanitarios. Aconseja evitar prácticas sin aval científico y favorecer intervenciones integradoras que tengan en consideración las dimensiones emocionales, sociales y comunicativas del trastorno.

Intervenciones preventivas

La prevención primaria de las alteraciones de la fluidez del habla se centra en los hábitos familiares de comunicación y en la creación de un ambiente lingüístico favorable. La actitud y las prácticas conversacionales de los padres pueden tener un papel importante en la reducción del riesgo de que una disfluencia se consolide como trastorno persistente. El logopeda puede recomendar a los padres que adopten un estilo de habla tranquilo y pausado, evitando presiones excesivas y respetando los tiempos de respuesta del niño. Cabe destacar la importancia de mantener el contacto visual mientras se habla, mostrando interés por el contenido y no juzgando su forma. Aceptar las disfluencias normales en edad preescolar y reducir los comentarios negativos o las preguntas repetitivas puede prevenir un aumento de la tensión al hablar. Además, la familia puede promover interacciones positivas manteniendo turnos de conversación claros, escuchando con atención y evitando interrumpir al niño. Estas estrategias contribuyen a disminuir la presión comunicativa y mejoran la fluidez espontánea. Por lo general, un entorno estable, con rutinas previsibles y diálogos calmados, ayuda al niño a desarrollar el habla sin sobrecarga.

Además de la familia, el entorno escolar tiene una función destacada en la prevención. La escuela puede facilitar que el niño se sienta seguro para expresarse, respetando sus tiempos de habla y evitando situaciones que incrementen la presión para hablar ante el grupo. Es importante que los profesores ofrezcan un modelo de comunicación pausada y que estén atentos a posibles situaciones de burla o rechazo entre iguales, e intervengan de forma inmediata. Es necesario garantizar espacios de conversación individualizada, mantener un clima de respeto y colaborar con las familias para aplicar estrategias coherentes. El trabajo conjunto entre familia, escuela y logopeda contribuye a crear un entorno favorable que minimiza la posibilidad de que una disfluencia evolucione a una alteración persistente.