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Declaración de posicionamientos y buenas prácticas en el ejercicio profesional de la logopedia

6. Trastornos del Espectro Autista

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El logopeda es el profesional sanitario competente para el cribado, la evaluación, el diagnóstico y la intervención en las dificultades de comunicación, interacción y alimentación relacionadas con el autismo, y debe contar con una formación actualizada, especializada y basada en la evidencia.

El CLC impulsa la investigación sobre la prevalencia, el cribado, la evaluación funcional, la calidad de vida y la intervención logopédica en el autismo, promueve el desarrollo de instrumentos adaptados lingüística y culturalmente.

El CLC defiende un abordaje interdisciplinario, centrado en la persona y su familia, que reconozca el valor de la neurodiversidad. Insta a evitar el uso de prácticas carentes de evidencia científica o alejadas de los estándares actuales de calidad asistencial.

Evaluación del contexto

Siguiendo el modelo CIF, las entrevistas con el paciente y su entorno deben servir para identificar las barreras contextuales y los facilitadores ambientales, así como la capacidad funcional del paciente en las actividades y su participación. Cada profesional puede generar su modelo de entrevista semiestructurada teniendo en cuenta a la familia, la escuela y el trabajo, si lo tuviera.

El entorno familiar puede actuar como facilitador o como barrera para el desarrollo y la participación funcional en la vida cotidiana. Según la CIF, hay que tener en cuenta varios factores ambientales que influyen de forma directa en este contexto. El soporte y las relaciones con familiares cercanos (e310) y otros miembros de la familia (e315), así como las actitudes que estos manifiestan (e410, e415), pueden favorecer o dificultar la participación de la persona con TEA. Las actitudes sociales generales (e460), las normas y las costumbres familiares (e465) también pueden convertirse en determinantes para la forma en que se gestiona la rutina, la comunicación o la regulación emocional dentro del hogar. Una valoración detallada de estos elementos permite identificar las fortalezas y las áreas de mejora para establecer estrategias de intervención adaptadas y sostenibles.

En el contexto escolar, el niño autista se puede considerar como un alumno con necesidades educativas especiales, por lo tanto, se pueden pedir los soportes específicos necesarios y requerir el seguimiento de los servicios de educación especial bajo la categoría de autismo, por (a) déficits en el funcionamiento de la comunicación social en diferentes niveles de gravedad y (b) la determinación del beneficio educativo.

Cuando se habla de las dificultades de las personas con autismo, se evidencia una discapacidad del desarrollo que afecta de manera significativa no solo a su comunicación verbal y no verbal, sino también a su interacción social. Estas alteraciones, que habitualmente se manifiestan antes de los tres años, influyen negativamente en el rendimiento educativo del niño. Otras características como la participación en actividades repetitivas y movimientos estereotipados, la resistencia a los cambios ambientales o a los cambios en las rutinas diarias, y respuestas inusuales a experiencias sensoriales, etc., repercuten en su rendimiento escolar y en su capacidad adaptativa a la dinámica escolar. Por este motivo, el Equipo de Asesoramiento Psicopedagógico ofrece soporte al equipo escolar y orientación para desarrollar un Plan Individualizado.

Las dificultades en la comunicación social afectan a la participación y el progreso en el currículo educativo general, y esto justifica y refuerza los criterios para acceder a los servicios educativos especializados.

Para determinar la idoneidad de una persona respecto a los servicios educativos, el logopeda utiliza una variedad de estrategias para recopilar información, que incluyen:

  • Medidas estandarizadas y no estandarizadas del funcionamiento sociocomunicativo adaptativo.
  • Observación naturalista en una variedad de entornos.
  • Entrevistas o cuestionarios con las personas cuidadoras/educadoras.


El logopeda también debe aplicar medidas o herramientas de evaluación específicas que son complementarias y tener conocimiento y experiencia con alumnado TEA.

El entorno laboral de las personas con TEA requiere una valoración específica de los factores que pueden actuar como barreras o facilitadores para la inclusión y el mantenimiento del puesto de trabajo. Dentro del marco de la CIF, se consideran relevantes los productos y las tecnologías para el empleo (e130), el apoyo y las actitudes de los compañeros (e325), personas en cargo de autoridad (e330, e430), así como de los profesionales del ámbito laboral y de la salud (e340, e440, e455). Las actitudes sociales (e460), las políticas y los sistemas vinculados al empleo y la comunicación (e535) también pueden tener un papel fundamental en la creación de un entorno laboral inclusivo y adaptado. La evaluación de estos factores es clave para identificar los ajustes razonables que favorezcan la autonomía, la comunicación funcional y la participación activa en la actividad laboral.

El CLC aconseja a los profesionales clínicos, investigadores y estudiantes que lleven a cabo estudios para crear instrumentos de evaluación en catalán y castellano sobre las necesidades de la persona y su contexto.