Declaración de posicionamientos y buenas prácticas en el ejercicio profesional de la logopedia
16. Trastornos de la alimentación pediátricos
Descarga el capítuloEl logopeda es el profesional sanitario competente para evaluar, diagnosticar, intervenir y llevar a cabo el mantenimiento de los trastornos de la alimentación pediátrica, especialmente cuando hay alteraciones de la deglución o del desarrollo de las habilidades alimentarias.
El CLC impulsa la investigación sobre la prevalencia, el impacto funcional, la evaluación y la intervención en los trastornos de la alimentación pediátrica, y promueve la creación de instrumentos adaptados al contexto lingüístico y cultural en catalán y castellano.
El CLC defiende un abordaje interdisciplinario y especializado, coordinado con profesionales de la medicina, la psicología, la nutrición y la logopedia, para garantizar una intervención integral basada en la evidencia.
Intervenciones de mejora y rehabilitación
Las intervenciones en el TAP deben ser individualizadas, considerando factores médicos, quirúrgicos y nutricionales, así como la edad cronológica y del desarrollo, el contexto social y ambiental, y los aspectos psicológicos y conductuales del niño y su familia.
El CLC orienta a los profesionales de la práctica clínica a intervenir en los siguientes elementos:
Texturas y consistencias de los alimentos
Efectuar ajustes en la viscosidad, textura, temperatura, tamaño de las porciones o sabor de los alimentos sólidos y líquidos para aumentar la seguridad y facilitar la deglución. Estas modificaciones pueden incluir el espesamiento de líquidos, el reblandecimiento o triturado de sólidos, o la alteración del sabor y temperatura para estimular la respuesta sensorial. Es fundamental que estas adaptaciones consideren tanto las necesidades nutricionales del niño como las preferencias individuales y familiares, y que estén guiadas por los hallazgos de las evaluaciones clínicas e instrumentales.
La introducción de nuevos alimentos debe realizarse de forma gradual y respetuosa, siguiendo el ritmo del niño y evitar forzarlo o presionarlo.
El enfoque Get Permission destaca la importancia de solicitar el consentimiento del niño antes de ofrecerle un alimento nuevo, permitiendo que explore, toque, huela y, si lo desea, pruebe el alimento, sin forzar su ingesta. Esto contribuye a crear un entorno seguro y positivo, que reduce la ansiedad y facilita la aceptación progresiva de nuevas texturas, sabores y temperaturas.
Utensilios para comer
La utilización de utensilios específicos, como tetinas modificadas, vasos con recorte, cubiertos con peso o ángulo, platos seccionados, cuencos antideslizantes o pajitas dosificadas, puede favorecer la independencia en la alimentación y aumentar la seguridad en la deglución. El logopeda debe seleccionar y adaptar estos recursos en función de las implicaciones orales y faríngeas de cada caso.
Tratamientos oromotores y técnicas sensoriales
La evidencia actual es limitada respecto al uso de ejercicios oromotores o técnicas sensoriales de forma aislada para tratar déficits sensoriales o disfunciones deglutorias en el TAP. Se recomienda priorizar la exposición frecuente y significativa a tareas funcionales de alimentación, como masticar alimentos reales, adaptando las características sensoriales del alimento (sabor, textura, temperatura y forma) para facilitar la adquisición de patrones motores adecuados como la masticación o la lateralización lingual.
La intervención logopédica debe incluir el entrenamiento específico de los movimientos orales implicados en la alimentación, como la movilidad de lengua, mejillas y mandíbula. Los movimientos a entrenar son: control de labios, movimientos de apertura y cierre mandibular, lateralización de la lengua y movimientos rotatorios de mandíbula y acción de los buccinadores.
Es fundamental adaptar la intervención a las dificultades específicas del niño, ya sea protrusión lingual, hipersensibilidad oral o reflejos patológicos, y utilizar ayudas físicas (por ejemplo, estabilizar la mandíbula o presionar suavemente el tejido blando hacia arriba) cuando sea necesario.
Estrategias de alimentación infantil
- Pacing:
Consiste en disminuir el ritmo de ingesta, controlando la presentación de los alimentos o líquidos y el tiempo entre bocados y tragos. Esto puede incluir alternar bocados con sorbos de líquido o limitar el número de succiones consecutivas en lactantes, para permitir más tiempo para tragar y respirar adecuadamente. - Alimentación responsiva:
Se basa en la interacción cuidadosa entre cuidador y niño, atendiendo a las señales de hambre y saciedad del niño y respetando su comunicación de manera recíproca y afectiva. Esta práctica fomenta la autonomía, la autorregulación y el desarrollo cognitivo, emocional y social, y favorece la preferencia por alimentos adecuados a la edad y el equilibrio nutricional.
Entrenamiento a cuidadores
En niños con dificultades para seguir instrucciones verbales o no verbales, la intervención puede centrarse en la modificación del entorno y la formación de los cuidadores para mejorar la seguridad y eficiencia de la alimentación diaria.
El tratamiento debe centrarse en garantizar el bienestar físico del niño, asegurando que las posibles patologías orgánicas de base no interfieran en su motivación intrínseca para comer. Paralelamente, es fundamental acompañar a la familia en la reducción del estrés asociado al momento de las comidas, promoviendo un entorno emocionalmente seguro.
Estabilidad postural
La estabilidad postural es un requisito fundamental para una alimentación segura y eficiente. Es imprescindible asegurar una postura adecuada del niño durante las comidas: pies apoyados, caderas, rodillas y tobillos en ángulo recto, tronco erguido y cabeza alineada. El uso de sillas adaptadas, reposapiés y apoyos laterales puede ser necesario para lograr una posición estable, especialmente en niños con alteraciones motoras.
Una buena estabilidad postural facilita el control motor oral, reduce la fatiga y previene riesgos de aspiración. Además, permite que el niño utilice sus manos para manipular los alimentos y los utensilios de forma autónoma.
Vocabulario asociado a los alimentos desde experiencias directas de alimentación
Los logopedas pueden estimular el lenguaje nombrando los alimentos, describiendo sus características sensoriales (dulce, salado, crujiente, blando, frío, caliente…), y comentando las acciones de comer, masticar, chupar, tragar, etc., durante la propia actividad alimentaria.
Estas intervenciones favorecen la comprensión y expresión del vocabulario relacionado con la alimentación, enriquecen el entorno lingüístico y contribuyen a la motivación y participación activa del niño en el proceso de alimentación.
En todos los casos, la intervención debe ser dinámica y ajustarse continuamente según la evolución clínica, la respuesta del niño y las necesidades de la familia, integrando la evidencia científica, la experiencia clínica y las preferencias individuales para lograr los mejores resultados posibles.
El CLC aconseja a profesionales clínicos, investigadores y estudiantes que elaboren estudios sobre la intervención logopédica en los trastornos pediátricos de alimentación.