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Declaración de posicionamientos y buenas prácticas en el ejercicio profesional de la logopedia

17. Alteraciones de la fluidez del habla

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El logopeda es el profesional sanitario competente para valorar, diagnosticar e intervenir en las alteraciones de la fluidez del habla, y debe mantener una formación especializada y actualizada para abordar su naturaleza multifactorial desde un enfoque basado en la evidencia.

El CLC impulsa la investigación sobre la prevalencia, el impacto funcional, la evaluación y la intervención en las alteraciones de la fluidez, y promueve la creación de instrumentos adaptados al contexto lingüístico y cultural, especialmente en catalán y castellano.

El CLC defiende un abordaje interdisciplinario y centrado en la persona, liderado por el logopeda y en coordinación con psicólogos, pediatras, educadores y otros profesionales sanitarios. Aconseja evitar prácticas sin aval científico y favorecer intervenciones integradoras que tengan en consideración las dimensiones emocionales, sociales y comunicativas del trastorno.

Epidemiología

Las alteraciones de la fluidez del habla, y especialmente la tartamudez de desarrollo, son relativamente frecuentes durante la infancia. Se estima que afecta alrededor de un 5 % de los niños en algún momento del desarrollo del lenguaje, especialmente entre los 2 y 5 años. Sin embargo, muchos casos remiten de forma espontánea sin necesidad de intervención. La prevalencia de la alteración de la fluidez del habla persistente en la población general se estima en 0,7-1 %, y la cifra se mantiene relativamente estable en la edad adulta. Esta prevalencia hace que la tartamudez sea un trastorno relevante desde el punto de vista de la salud pública y de la inclusión educativa y social.

La alteración de la fluidez del habla es más prevalente en niños que en niñas, con un ratio de afectación de aproximadamente 3-4 niños por cada niña. Esta desproporción se amplía con la edad, lo que sugiere una mayor tasa de recuperación espontánea entre las niñas.

El riesgo de cronificación aumenta cuando la alteración de la fluidez del habla persiste más allá de los 5 años, se acompaña de conductas secundarias (como bloqueos tensos, evitación o miedo de hablar) o cuando hay antecedentes familiares de disfemia persistente. Se estima que aproximadamente 1 de cada 4 niños con tartamudez de desarrollo continuará presentando alteraciones de la fluidez del habla a largo plazo si no se interviene.

La persistencia de la alteración de la fluidez del habla está asociada a un mayor riesgo de dificultades emocionales, sociales y académicas. Varios estudios apuntan a que niños y adolescentes con alteración de la fluidez del habla presentan mayor riesgo de ser víctimas de burlas o rechazo social, desarrollan ansiedad y pueden ver afectada su trayectoria educativa y profesional.

Esta realidad epidemiológica justifica la necesidad de una detección precoz e intervenciones logopédicas basadas en la evidencia, especialmente en las edades en que la plasticidad cerebral y el contexto familiar pueden favorecer una evolución positiva del trastorno.

El CLC aconseja a profesionales clínicos, investigadores y estudiantes que investiguen para conocer la prevalencia en nuestro país de las alteraciones de la fluidez del habla.