Declaración de posicionamientos y buenas prácticas en el ejercicio profesional de la logopedia
16. Trastornos de la alimentación pediátricos
Descarga el capítuloEl logopeda es el profesional sanitario competente para evaluar, diagnosticar, intervenir y llevar a cabo el mantenimiento de los trastornos de la alimentación pediátrica, especialmente cuando hay alteraciones de la deglución o del desarrollo de las habilidades alimentarias.
El CLC impulsa la investigación sobre la prevalencia, el impacto funcional, la evaluación y la intervención en los trastornos de la alimentación pediátrica, y promueve la creación de instrumentos adaptados al contexto lingüístico y cultural en catalán y castellano.
El CLC defiende un abordaje interdisciplinario y especializado, coordinado con profesionales de la medicina, la psicología, la nutrición y la logopedia, para garantizar una intervención integral basada en la evidencia.
Definición
El trastorno de la alimentación pediátrico (TAP) se define como la dificultad o el rechazo persistente para lograr una ingesta oral adecuada para la edad, asociado a alteraciones médicas, nutricionales, disfunciones en las habilidades sensoriomotoras de alimentación (como el manejo de utensilios o la selectividad a determinadas texturas) o a factores psicosociales. El TAP no causa disfagia; sin embargo, la disfagia puede ser un factor de riesgo de TAP a causa de la privación de alimentos, experiencias orales traumáticas y prácticas yatrogénicas.
Se entienden por trastornos de la alimentación infantil aquellas alteraciones en el comportamiento relacionado con la alimentación que afectan a niños y niñas de entre 0 y 6 años, con una mayor prevalencia entre los 0 y 3 años. Estas alteraciones pueden comprometer el desarrollo nutricional, sensoriomotor, emocional y relacional del niño y, en muchos casos, implican también a las figuras parentales o cuidadoras, en tanto que son agentes clave en el proceso de alimentación.
La negativa a comer constituye una de las manifestaciones clínicas más frecuentes durante esta etapa del desarrollo y debe considerarse un signo de alerta. Su detección precoz resulta fundamental para evitar la cronificación de patrones disfuncionales y la evolución hacia trastornos alimentarios de mayor complejidad.
El análisis de estas conductas requiere una evaluación multidimensional de los factores implicados. Entre las causas más comunes se encuentran el malestar físico asociado a la ingesta, dificultades en las habilidades sensoriomotoras orales o la presencia de experiencias previas negativas vinculadas al acto de comer. En todos los casos, es esencial realizar una intervención basada en la evidencia y centrada en el entorno familiar del niño.
Hace una década, los trastornos de la alimentación en la infancia se clasificaban habitualmente en dos categorías diagnósticas: de etiología orgánica (vinculados a enfermedades subyacentes) y de etiología no orgánica (atribuidos a factores conductuales o psicosociales) (Rybak, 2015). Esta dicotomía fue revisada y ampliada en el documento de consenso elaborado por Goday et al. (2019), que propone un enfoque más integrador y multifactorial. En la actualidad, sigue existiendo debate en torno a la delimitación nosológica y clínica entre el trastorno por evitación/restricción de la ingesta de alimentos (ARFID, acrónimo del inglés Avoidant/Restrictive Food Intake Disorder, TERIA en español) y el trastorno de la alimentación pediátrico (FPD por sus siglas en inglés, TAP en español), especialmente en relación con los criterios diagnósticos y los solapamientos sintomáticos.
La terminología utilizada con mayor frecuencia en la literatura científica en este ámbito incluye conceptos que es imprescindible conocer y manejar en la práctica clínica logopédica:
- Neofobia: rechazo de alimentos nuevos o desconocidos que se resuelve con la exposición repetida y positiva al alimento. Es común alrededor de los 24 meses y no debe confundirse con la selectividad alimentaria.
- Dificultad de alimentación: sugiere que hay un problema de alimentación de algún tipo, desde la malinterpretación de los padres a verdaderos trastornos.
- Trastorno por evitación/restricción de la ingesta de alimentos: engloba cualquier rechazo lo suficientemente grave para ocasionar un problema nutricional o socioemocional tanto en el niño como en los cuidadores y que precisará tratamiento (ARFID/TERIA), incluido en el DSM-5 desde 2013.
- Trastorno de alimentación en el niño (PFD, acrónimo del inglés Pediatric Feeding Disorders): término más amplio que el anterior, ya definido anteriormente.
El CLC considera que, en línea con los posicionamientos de la American Speech-Language-Hearing Association (ASHA), la acción de los logopedas debe centrarse en este último trastorno y colaborar con otros profesionales para el abordaje de las alteraciones de la alimentación de orden más psicológico.